O se ponen la tirita cuando soy yo el que estoy mal y me hablan como atacados, como el caso de mi padre.
A mi padre no le voy a dedicar más lineas aunque siga quedando con él, ni se las merece. Por lo menos en esta entrada.
Hoy os voy a hablar de mi madre.
Mi madre también se pone la tirita cuando he compartido con ella mi sufrimiento, de hecho un día se pegó delante mío con ojos de histérica y cuando le dije que no se pegase se puso a chillar y a golpearse la cabeza. Ira es lo que siento en esos casos, e impotencia por la incvompresión y la hipocresía del frescor ed los demás, hasta de mi madre.
Nunca, nunca le he podido compartir mi sufrimiento sin que se le pònga un nudo en la garganta, sin que sirva para ir a peor el compartirle. Qué asco, qué impotencia.
Mi relación con ella es de afecto y miedo. De afecto, porque me ha cuidado de crío, aunque tenga la obligación legal por traerme a este mundo, la que no cumplió mi padre con su maltrato, en especial durante la separación. De miedo, por lo que he dicho, y porque me chilla histérica si me pongo a chillar y siempre que enfurezco me compara la reacción que tengo ella con la que tiene mi padre. O sea, que pretende ponerse al nivel de un padre que nunca actuó de padre, en el cuidado psicológico. Un padre que ni si quiera quiere reconocer que tengo esquizofrenia y que a gente parecida a mi pero en brote trata con desprecio diciendo que no está bien de la cabeza.
La relación sigue.
